sábado, 19 de enero de 2013

Los de ayer, hoy no estan



Omar Chirinos

Actualmente el movimiento libertario es bastante consistente, el ideal se  ha esparcido (aunque con dificultad) entre los diversos movimientos sociales y rincones del país, o mejor dicho, donde se pueda sembrar la semilla de este  bello árbol al que llamamos “anarquía”, con la esperanza de que crezca grande y frondoso, con una sombra que acobije y sirva de refugio en los momentos más difíciles de nuestras vidas. Pero en la práctica no todo es color de rosa, un árbol tan especial como el que deseamos, no crece de la noche a la mañana, hace falta dedicación y mucho trabajo, regarlo a diario para mantener la tierra fértil, invertirle tiempo y paciencia si queremos recoger sus frutos.

Es en ese preciso instante, en que la chispa de la rebelión toca nuestra voluntad, nuestra mente se convierte en un horno de ideas, cocinando (y a veces quemando), pensamientos mas allá de las fronteras, esclareciendo, conspirando y preparando procesos que van de la mano con la fantasía de la libertad absoluta. En el camino nos hemos topado con personas que al igual que nosotros/as encontraron ese punto de inflexión donde el camino se bifurca hacia nuevos horizontes, personas con objetivos, sueños y metas en común. Que nos han regalado sus lágrimas al igual que sus risas, que nos han tocado el pecho para sentir la adrenalina y, suspiro a suspiro, regalarle un poco de oxigeno a la fatigada (pero incansable) lucha por una sociedad más justa. Pero ¿Qué pasa cuando de repente, esas personas abandonan todo por lo que lucharon? ¿Qué pasa cuando el brillo de sus ojos se extingue por completo? No hierve su sangre, no queman las ganas; e incluso nos intentan convencer que todo lo que hacemos es en vano, que no vale la pena luchar y mil excusas más típicas del rebaño.
Sin embargo, cuando analizamos estas situaciones con cabeza fría, nos enteramos de que algunas personas sencillamente se acoplan, se adaptan a su entorno, logrando así; una involución de su personalidad, convenciéndose así mismas de que su tiempo ya paso, que ya lucharon y, la frase más típica: “Aquí nada va a cambiar”.

Es imposible negar, que nos duele ver a guerreros y guerreras, convertidos en burdos engranajes del sistema-sistema que tanto criticaban, sistema que ahora justifican. Seducidos por la bestia, engordando su propio engaño, renegando lo que alguna vez fueron. ¿Sera esto la hipocresía en su máximo esplendor? O simplemente, víctimas de una sociedad que arrincona y no deja salidas, llena de parcialidades y políticas del miedo, que te propone una competencia ó como lo llaman algunos/as una “carrera”, no obstante, a veces es bueno pararse a preguntar: ¿contra qué o quién corremos? La respuesta es simple; corremos contra nosotros/as mismas, huyendo del sin futuro, arañando un sueldo que jamás se podrá equiparar con nuestros sueños, sueños que muchos/as botan a la basura, banalizando el sentimiento que estremece nuestros sentidos, el sentimiento por la entera libertad y la justicia plena.

El sistema corrompe, asfixia y somete, pero es nuestro deber (o al menos debería serlo) como seres del libre pensamiento, no ceder al adoctrinamiento popular, orquestado por el Estado y su manipulación. Nunca bajar la guardia, si es que no queremos acabar como nuestros compañeros del “muro de los extinguidos”, cuestionar y criticar, mantener con altivez nuestros ideales y sobre todo; siempre exponerlos para dejar clara nuestra postura libertaria. Los compas van y vienen y aunque algunos se duerman en los laureles, hay quienes se mantienen atentos y preparados, quienes nos confían su espíritu para nunca decaer, quienes nos tienden su mano en la manifestación, cuyas gargantas gritan al unísono consignas llenas de amor y rabia.

A pesar de los tiempos difíciles que estamos trascurriendo, nos mantenemos en pie, dando la cara y siempre conscientes de nuestro contexto. A los de ayer, que hoy no están, el cariño es el mismo, me quedan las paredes rayadas con trazos apurados, los kilómetros recorridos cuyo equipaje era; ilusión y muchos ‘fanzines’, las risas detrás de la capucha, las miles de canciones que jamás aburrían, los días compartidos y las noches partidas.
Sigamos construyendo nuestro ideal, tratemos de involucrar a todo/as las que podamos, el momento es ahora, mañana es tarde. Como dice ese gran tema de Eterna Inocencia.

“Nuestra sangre es la sabia, que habrá de brotar, de las semillas sembradas. Un mundo por cambiar…”

viernes, 18 de enero de 2013

Momentos Dificiles


Todo sale mal, se cierran las puertas, las ventanas que tenían vista al mar ahora son agujeros al desosiego, infortunios por doquier, como si de brujería se tratase, menos mal que mi escepticismo es más lucido que yo en estos momentos. ¿Qué es lo que pasa? Siento que vivo en el sueño de algún gran pensador, algún escritor de la tragedia. ¿Dónde están esas palmadas en mi espalda? Que ahora son tan pesadas como los sueños que no cumplí, ¿Dónde están esas noches llenas de sonrisas? Ahora son madrugadas de desvelo dando vueltas alrededor de una pesadilla.

Desfila mi tranquilidad por una cuerda floja sin malla de seguridad, desfilan los sueños que miran hacia abajo con temor a caerse. Son en estos tiempos donde pongo a prueba mi temple, es cuando más rápido corro huyendo de la apatía, huyendo del deseo de abandonar, escapando de los susurros de consuelo, que en mi cabeza interpreto como gritos de abandono. La sutil caricia de una fantasía, el abrazo de una ilusión, estremecen el teatro de mi cabeza (de actores sin rostro) y me enseñan, a enfriar los sentidos.